En el fútbol hay muchos tipos de persona; dentro del césped y fuera de él, en la grada y en el palco, y como no, también viéndolo por la televisión. Tras una buena dosis de deporte rey este fin de semana, me atrevo a clasificarlos con el fin de comenzar la semana con un poquito de humor. ¿Los identificas tu también?.
Imaginate un estadio. Césped, gradas y alrededores. Comencemos el viaje del núcleo hacia afuera, del verde. Por poner un ejemplo, el Heliodoro Rodríguez López. En su núcleo tenemos de todo: la garra de Carlos Ruíz y el corazón de Vitolo o Suso, los de la casa. Encontramos el compromiso de Aitor Sanz, y la ilusión del pequeño Giovanni. Pero no nos quedarmos aquí; lo que me apetece contarles hoy es lo que hay grada arriba.
Y es que, por circunstancias de la vida que no vienen al caso, los últimos partidos en el Templo Blanquiazul los he disfrutado sola; algunos de ellos, hasta sin radio. ¿Qué significa eso? Muchas cosas, demasiadas anécdotas que me han puesto un lunes a pensar.
Ir al fútbol acompañado es compartir la euforia de los goles, criticar en voz alta esa totufada y apretar lo más fuerte que puedas en el abrazo de celebración de los tres puntos. Es vivir 90 intensos minutos con alguien que, después de muchos años en la silla azul o blanca, es pura complicidad. Cuando vas solo a la grada, es otro cantar.
Porque a tu lado, decenas de personas comparten sus vivencias y verlo de fuera, se los prometo, es de estudio sociológico. Caras, comentarios, saltos…Eso que cada domingo desde hace muchos años vengo poniendo en práctica, pero visto desde otro punto.
Por un lado, aparece siempre el incondicional. Ese que anima, anima y anima hasta que el árbitro dictamine el final. Ya sea a base de cánticos, de aplausos o de palabras de aliento, su misión es no recriminar nada. De esos, en Santa Cruz, tenemos alguno que otro.
No puede fallar en ningun estadio la señora, esa que te reconoce abiertamente no saber NADA de fútbol pero que muere y mata por sus colores. El himno lo canta de pe a pa y cada gol, le da un año más de vida. Aunque sus comentarios a veces nos vuelvan locos, ¡larga vida a las señoronas del fútbol!.
Luego tenemos aquella gente que va en grupo, y sus quedadas son de quince en quince días. Eso conlleva, como no, una desactualización de su vida. Por ello, si los tienes cerca, prepárate: además del resultado te vas a llevar a casa una buena dosis de cotilleos: desde informes médicos a rupturas amorosas. Pero, ¿cómo no los vas a comprender?. En este estadio se pasan muuuchos momentos de aburrimiento: es bueno ponerse a charlar.
Los entrenadores: hay un tipo de persona -dentro y fuera del estadio- que todos conocemos muy bien. Cuando el árbitro pita, muchos futboleros sacamos ese míster que llevamos dentro y, sin ningún tipo de reparos, lo ponemos a trabajar. Desde alinaciones a dolores musculares, todo lo sabemos. ¿Cuántos hay en tu sector?.
El anti-todo es otro de los perfiles más comunes. Y es que, nunca llueve a gusto de todos…ni de ninguno. Si juega Dani Hernández no damos oportunidades a la cantera, pero si lo hace Falcón, canta. Sanz no está en foma, pero poner a Vitolo con Crosas tampoco le convence. Arriba mejor no le preguntes: la escopeta de feria puede ser Jouini, el Choco porque se rompe mucho o Cristo, porque tiene la cabeza en otra parte.
Aunque en muchos casos estés de acuerdo con él, lidiar con el anti-todo es un gran reto no apto para todos los corazones.
Fútbol con gente
Y así, esbozando una sonrisa entre uno y otro personaje, decido que la próxima vez no se me pueden quedar los auriculares en casa, o que no me pueden fallar los de siempre. Porque el fútbol es eso: pasión, amor a unos colores y, en esta casa, pocas veces espectáculo. Si no te quieres aburrir, elige tu emisora favorita y siente la compañía de las ondas.
Súmale al cóctel ese novio, amigo, hermana o padre que te acompañe a disfrutarlo y en el gol, dale ese abrazo que quizás a diario te ahorras. Porque el fútbol es cuestión de vivirlo, o como diría el anuncio de la lotería navideña, lo mejor es compartirlo.
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