Era yo una enana cuando corría a los pies de la cama de mi madre, después de comer, para ver qué decían las noticias de aquel equipo que había conquistado Europa, de las chicas que habían hecho del CV Construcciones Marichal el club más laureado de la historia de España.
Apenas un rato después del informativo, me iba corriendo a la pista (de piche, por supuesto), a ver si ese día conseguía meter todos los saques, o podía recibir más balones que la tarde anterior, siempre con la ilusión de que ese deporte, el que para mí era el mejor del mundo, pudiera ser tan importante como el fútbol. No porque para mí no valiera, sino precisamente por lo contrario: nos valía a pocos.
Hoy, unos cuantos años más tarde, lejos del pabellón y con el mismo cariño por el deporte que me hizo reír y llorar, escribo orgullosa que mi isla vuelve a estar en lo más alto. Ya lo estaba gracias al CV Aguere, equipo al que me colaba para ver en el Ríos Tejera después de rodar cualquier sábado por la mañana por el parquet del Alberto Delgado, pero ahora el mérito es doble. El gran heredero del CV Tenerife, el Haris, ha conseguido un ascenso que vale oro.
Y es que, después de un mes sin escribir, y según se han dado los acontecimientos, este espacio no podía ser sino para las chicas que con el balón de franjas siguen haciendo historia. Las del Aguere, quienes después de una temporada espectacular, se han colado en la lucha por el título, quedando a la puertas de la final. Y también las del CV Haris, que ya son equipo de Superliga.
A los que lo hemos mamado desde chicos no nos sorprende lo que está pasando: los que se encargan de la base curran, y lo hacen bien. Desde los escolares a las diferentes categorías de federados, el trabajo es serio y se intenta que las niñas y niños que entrenan en el Bregador, en Tejina o en Arona, amen este deporte.
Y es que, al final, cuando lo tuyo es un deporte minoritario como este, lo tienes que amar. Por la tele sale casi que por error, y encontrar un partido en directo, es prácticamente una odisea. Ni hablar de comentar resultados con un compañero de colegio u oficina. ¡Imposible!
En esta línea, y partiendo de ese cariño que los técnicos de la base tratan de inculcar, lo que ha pasado en las últimas semanas con el voleibol femenino de esta isla no es más que el fruto de un trabajo bien hecho, de horas de entreno, de tardes de domingo en el Benito Pérez Armas, de campeonatos de Tenerife escolares en el Puerto de la Cruz.
La familia del voley canaraio tiene más que mi sincera enhorabuena. Desde los padres que hacen un esfuerzo, hasta los niños que entrenan día sí, día también, pasando los equipos de veteranos que siguen hincando la rodilla en la pista y, por supuesto, por aquellas personas que han hecho que, el próximo año, Tenerife tenga dos equipos en la élite.
Sin miedo a equivocarme hoy es un buen día para recordar la eternidad del voley tinerfeño, esas semillas que sembró el Construcciones Marichal y que hoy ha recogido el Haris, esa pasión que las laguneras del CV Aguere ponen, la calidad que la isla atesora, no solo con los Pedrito y compañía que nos enseñan los telediarios.
Es hora de acordarse de Quico, quien en algún lugar estará celebrando puntos de saque directo y bloqueos que no se quedan en la red. Tiempo para acordarse de Dubinina, Lamas, Yasmina Hernández y Goya Dorta. Es el momento de recordar que aquí, tenemos voley para rato. Eterno e imparable, así es el voley de mi isla
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